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Testimonio Mabel Calvo -año 2001

Buenos Aires, 6 de setiembre 2001.
Queridos Monseñor Claudio Páleka y Madre Eva de Jesús.

La presente es para dar testimonio de un milagro que nuestra Madre, la Virgen María Reina de las Flores, me "regaló", y que en realidad es el testimonio de muchos regalos que esta Dulcísima Madre me fue dando a lo largo de estos años.

Cuando empecé la escuela primaria, la maestra observó que yo tenía dificultades para ver el pizarrón, mi mamá me llevó a un oculista y el diagnóstico fue lapidario: "su hija tiene un ojo perdido, y el otro lo va a perder en cualquier momento".
Empezamos la peregrinación por consultorios de oftalmólogos, yo no soportaba los anteojos, mi ojo derecho sólo era capaz de ver manchones, tenía una visión que ellos denominan "visión cuenta bultos", y mi ojo izquierdo que no estaba tan grave, se fatigaba cada vez más, porque mi cerebro al no recibir señales de él, lo desconectaba (por ende además chicata era extrávica) y el pobre ojo izquierdo soportó todo el peso de mi escuela primaria y secundaria y mi pasión por leer hasta el boleto del colectivo.

Cuando estaba empezando la facultad, Dios puso en mi camino un oftalmólogo que me salvó del "bastón blanco" que me auguraron a los 6 años. Por el alto grado de miopía y astigmatismo (entre otras cosas), se suponía que yo no podía utilizar lentes de contacto blandas, pero no soporté las lentes rígidas y los anteojos me provocaban terribles dolores de cabeza y además seguía viendo a medias, porque no me podían dar toda la corrección que necesitaba, por tanto el buen Doctor Cuzzani, después de un flor de reto (porque tiré las lentes a la basura), me puso en manos de su hija, que era especialista en lentes de contacto para bebés operados de catarata congénita.
Así contra toda teoría oftalmológica, en manos de la Doctora Cuzzani, desde hace 20 años, mis ojos soportaron estoicamente que yo hubiese optado por una de las peores profesiones para mi vista: analista de sistemas en informática.
En Julio de 1991, tuve la peor corrección y la más peligrosa de toda mi historia.
En Diciembre del 91, decidí huir de mi trabajo, que si bien estaba muy bien remunerado era demasiado tóxico para mi salud física y mental.

A partir de enero de 1992, todo entró barranca abajo a pasos acelerados, el edificio armado sobre falsos cimientos se derrumbó, y todos los escombros me aplastaron, no pude insertarme laboralmente, las deudas, la depresión y los ataques de pánico, crecieron a la par. Había caído en agujero negro, del que me parecía imposible salir alguna vez.

Hasta que un día de 1994, el Espíritu Santo me empujó a este Camino Blanco de la Salvación, y colgada del Manto de la Señora de los Imposibles, mi vida empezó a cobrar sentido, salí de agujero negro, recuperé la fe, la alegría, la esperanza y recuperé la capacidad de trabajar.
En 1996, cuando volví al consultorio de la Doctora Cuzzani, para su sorpresa y la mía, mi ojos se habían retirado también del borde del precipicio, la corrección había mejorado notablemente.
En noviembre de 1999, mis ojos empezaron a "quejarse" de los reflejos de las luces blancas y del reflejo de las ventanas, considerando mis antecedentes, una de las posibilidades era que estuviesen anunciando una catarata precoz, si bien no es grave para la mayoría de las personas, para mis ojos y para mi trabajo, podía convertirse en una catástrofe. Pero como la Madre Eva, en un servicio de Sanación me dijo : "a mí me parece que tus ojitos van a estar muy bien", saqué pasaje de ida, para el fantasma de la catarata.
La semana pasada (31/08/01) volví al consultorio, un poco preocupada porque otra vez tenía inconvenientes para ver, pero salí con el regalo de la Virgen en mi mano, el resultado fue que estaba sobre-corregida.
En estos últimos años la Virgen María Reina de las Flores, Señora de los Posibles y de los Imposibles, además de renovar mi vida, restauró mis ojos, mi ojo derecho recuperó aproximadamente 3 dioptrías, y mi ojo izquierdo 0,75.

Gracias Virgen María Reina de las Flores, que habitas esta Tierra para Bendecirnos, y gracias Monseñor Claudio Páleka y Madre Eva de Jesús, por mostrarme el camino para llegar al Amor de esta Maravillosa Madre Nuestra.

Victorina Mabel Calvo.